Antes de empezar esta asignatura, en concreto en el periodo de prácticas, ya tenía curiosidad por saber de qué manera los niños desarrollaban las destrezas de la lectura y la escritura. Pensaba que adquirían el conocimiento por repetición: si veo mil veces que la “m” con la “a” es “ma”, lo termino memorizando; si me aprendo la poesía de la “M” que son tres puentecitos, sabré hacer su grafía, etc. Pero… ¡es muy complicado para un niño de tres hasta seis años memorizar todo esto!
Recuerdo a
un alumno en concreto que venía de otro colegio, al cual sus padres prácticamente
ni lo habían llevado. Cuando empezó, el
resto de la clase (5-6 años) ya conocía casi todas las letras y leían algunas
frases, pero él todavía ni escribía su nombre (con letras legibles), sin
embargo, si se esforzaba por “hacer que escribía”: trazaba garabatos y te
contaba lo que estaba escribiendo.
Por más que
me ponía con él, a copiar su nombre, repetirle las vocales, dibujarlas en la
pizarra… ¡hasta le hice una cartel con su nombre! en el que las letras eran
dibujos para que fuese más fácil recordarlo (por ejemplo, la “J” era un paraguas).
Pero él no avanzaba, siempre escribía los mismos garabatos, y yo no entendía ni
sabía qué hacer.
Esta
asignatura me ha ayudado a comprender la importancia de conocer las diferentes etapas
de desarrollo por las que pasan los niños en el proceso de la lectoescritura,
ya que cada niño entiende el lenguaje de una manera y debemos enseñárselo en la
forma que lo entiende, sino nos adaptamos a sus ritmos, retrasando y
complicando su aprendizaje.
Este niño tenía
motivación, como he dicho antes se esforzaba en hacer su trabajo, aunque los
signos que él trazaba no eran los mismos que los de sus compañeros, pero él sí sabía
lo que ponía.
Ahora entiendo,
que simplemente se encontraba en una etapa anterior a la de sus compañeros; y me
planteo que el problema estaba en mí: no estábamos utilizando el método que
mejor se adaptaba a sus necesidades y tampoco estaba respetando su ritmo de
aprendizaje.
Lo que
quiero recalcar con esto es que el desconocimiento empobrece, y que es
imprescindible conocer y trabajar con las diferentes metodologías, de esta
manera podemos aprovechar las virtudes de
cada método y desechar sus carencias, para lograr una enseñanza-aprendizaje que
sea eficaz: que se adapte a
lo que los niños necesitan, cuando están preparados para ello y siempre
haciéndole protagonista de su propio aprendizaje y exprimiendo al máximo la
motivación que ya poseen.
Esta
asignatura me ha servido para abrir los ojos y darme cuenta que no porque un método
sea el más utilizado, con el que hemos aprendido nosotros mismos o el que hemos
visto en nuestro periodo de prácticas, quiere decir que es el mejor y el más
adecuado, sino que debemos tener iniciativa y ser proactivos: extraer lo mejor
de cada método para encontrar el camino que nos lleve al éxito.
Con respecto
a las actividades, creo que es la mejor manera de poner en práctica los conocimientos
nuevos que adquirimos. El tener la posibilidad de corregir los trabajos,
gracias a los comentarios de los compañeros y de Irune, es una buena manera de mejorar, ya que eres consciente de
los errores que cometes y tienes la posibilidad de corregirlos. Como dice el método
constructivista: “El error es un paso imprescindible para la reflexión”.
Valoro el esfuerzo final, Edurne. Veo que has entendido el sentido de la asignatura y la metodología empleada aunque te has quedado un poco cortita con los contenidos de los bloques.
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