REFLEXIÓN
FINAL
Llegamos al final de esta aventura
habiendo aprendido un poquito más... En esta reflexión final sobre la
asignatura me gustaría resaltar la importancia del lenguaje en todas sus
formas, por ser medio de expresión, de comunicación y de pensamiento.
El lenguaje es una capacidad específicamente
humana, y podríamos definirlo como el conjunto de signos que expresan ideas o
sentimientos.
El ser humano es un ser social por
naturaleza que necesita relacionarse con los demás para un correcto desarrollo
de su personalidad. ¿Cómo nos relacionamos? Comunicándonos, y siempre nos
comunicamos con una intención, ya sea expresar nuestros sentimientos u
opiniones, transmitir un mensaje de forma objetiva, influir en el
comportamiento del otro...
Según Luque y Vila (1990), la
comunicación se inicia cuando el niño emite una señal que el adulto interpreta
actuando en consecuencia. Este patrón se va repitiendo y genera un significado
para cada participante de la conversación. A medida que el niño va avanzando,
las interacciones se desligan de esas necesidades biológicas para empezar a
expresar sentimientos. Poco a poco abandona los gestos al descubrir las
palabras y la función que tienen para designar la realidad del entorno que le
rodea y por lo tanto le facilita la interacción con este.
El objetivo de la Educación Infantil
es la de contribuir al desarrollo físico, social, afectivo e intelectual de los
niños y niñas. Por esto, desde esta etapa se procura favorecer la adquisición de
una competencia comunicativa por parte de los niños, que posibilite su
socialización en diferentes situaciones y contextos, es decir, hacer niños que
sean comunicativamente eficaces.
Para lograrlo, necesitaremos implicar
a nuestros alumnos en el proceso de enseñanza aprendizaje a través de
actividades que sea motivadoras, dinámicas y lúdicas, pero sobre todo
actividades en las que ellos mismos sean los protagonistas del proceso de
enseñanza aprendizaje, donde se coloquen en el centro de dicho proceso y sean
el motor que hace que todo funcione, pues los niños aprenden haciendo, aprenden
mediante la acción, a través de las experiencias y de las vivencias. Así he
querido reflejarlo en todas las actividades propuestas, donde se pretende que
los alumnos adquieran los conocimientos de una manera diferente a la
tradicional, que todas las actividades se desarrollen a través del juego que,
como he resaltado en entradas anteriores, tiene una gran importancia en el proceso
de enseñanza aprendizaje. Así lo respaldan autores como Rüssel (citado en Paredes,
2003, p. 25) que define el juego como "una actividad generadora de placer,
que no se realiza con una finalidad exterior a ella, sino por sí misma", o
como Zapata (citado en Paredes, 2003, p. 26) que lo describe como "medio
de expresión, instrumento de conocimiento, factor de sociabilización, regulador
y compensador de la afectividad". Por lo tanto, si rompemos con la
dicotomía juego-trabajo y hacemos que nuestro alumnado aprenda mientras se
divierte, disfrutarán de cada aprendizaje, de cada logro consiguiendo que estén
mucho más motivados para investigar, para manipular, para afrontar nuevos retos
confiando en sus propias capacidades.
En el desarrollo de esta asignatura no
he podido evitar comparar las metodologías propuestas con mi propia experiencia
como antigua alumna, en la que era un mero receptor de un mensaje, en la que
las actividades se realizaban por que había que hacerlas, pero no porque te
apeteciese o te gustase, lo que implica el posterior olvido después del examen.
Lo hemos debatido en varias ocasiones en clase: ¿qué es lo importante? Lo
importante es que los niños aprendan algo que tiene una finalidad para su vida
práctica: en matemáticas aprendo a sumar o a restar porque tengo que pagar en
el mercado y quiero saber que me devuelven el dinero correcto... en lengua
aprendo a comunicarme, aprendo a expresarme a través de diferentes lenguajes,
escribo una carta porque quiero que alguien la lea, o leo un texto porque me interesa
un tema, o unas instrucciones porque quiero saber cómo funciona un aparato
determinado... si los niños no ven esa funcionalidad, pasarán el examen, pero
no aprenderán nada...
Ahora nosotros, como docentes, tenemos
la función de movernos, de buscar, de seguir formándonos, de complicarnos...
para hacer que nuestros alumnos aprendan de la mejor forma posible, que se
impliquen, que participen de forma activa, que desarrollen su capacidad de aprender
a aprender... todo para lograr la construcción de aprendizajes significativos,
para lograr el máximo desarrollo de todas sus capacidades, para lograr que
entren en el aula todos los días con una sonrisa y se vayan de ella con una aún
más grande.
REFERENCIAS:
Luque, A y Vila, I. (1990). Desarrollo
del lenguaje. En Palacios, Marchesi y Coll, Desarrollo psicológico y educación
I. Psicología evolutiva. Madrid: Alianza.
Paredes, J. (2003). Juego, luego soy:
teoría de la actividad lúdica. Sevilla, España: Wanceulen.
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